
Leer requiere de una luz apropiada. De lo contrario además de ser incómodo, puede resultar perjudicial para nuestra visión. Así que como ya dijimos en el post dedicado a los rincones de lectura, es necesario prestar especial atención a este aspecto. La luz puede ser directa o indirecta. Si eliges que sea directa ésta deberá tener una potencia menor, entre 60 y 70 vatios; si prefieres la segunda opción, deberás incrementarla a aproximadamente los 100 ó 150 vatios.
La opción más común consiste en ubicar una lámpara de pie junto al sillón de lectura. Ésta puede apuntar directamente a la lectura o, por el contrario, dirigir su haz de luz hacia el techo para que éste lo refleje (esta opción es más apropiada cuando tenemos una habitación con techos y paredes claros), logrando una mayor iluminación general de la estancia y eliminando la posibilidad de tener reflejos incómodos sobre los libros.
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